viernes, 30 de octubre de 2009

Cyborgs cercanos

Su dedo pulsa el interruptor y un nuevo mundo se abre ante sus ojos. Es un mundo tan real como el que deja atrás, pero en éste las restricciones de movimiento empiezan a difuminarse y ahora puede alcanzar lugares antes inaccesibles, a la vez que los ya conocidos adquieren otra dimensión.

Mientras tanto, su cuerpo permanece sentado y quieto, si no fuera por el sutil movimiento de su mano manejando el joystick.

La nueva interfaz llegó a casa tras un largo y tortuoso recorrido, superando las dificultades inventadas por quienes decían que a su edad era prematuro conectarlo a un sistema como ese, y llegaron a plantear la necesidad de un minucioso examen psicológico y visual antes de permitirlo.

Pero él ya adivinaba algo que los demás no podían comprender: la necesidad de conectar, de ampliar su mundo y su experiencia; en definitiva, de convertirse en un nuevo ser mucho más completo que la simple suma de su parte orgánica y su parte artificial. Estaba dispuesto a demostrarles cuánto lo necesitaba, y su primera conexión fue suficiente para acabar con las reticencias.

Desde entonces se conecta cada día y nos enseña cómo integrar la tecnología en nuestra vida, nuestras relaciones y nuestra propia identidad. Como una atrevida avanzadilla, nos está mostrando el camino para vivir plenamente como los cyborgs que ya todos somos.

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Este pequeño relato pretende ser una humilde recreación del mito cyborg y las primeras visiones de los vaqueros de consola que nos transmitía Gibson, interpretadas desde la experiencia de mi hijo Manuel con su silla de ruedas.

2 comentarios:

  1. Nada como poner un concepto aparentemente sofisticado en un contexto real para darnos cuenta de que todo esto que debatimos no es nada esotérico del otro mundo. ¡Siempre hay tanto que (re)aprender de los niños! :)

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